La gestión de residuos plásticos en Senegal se ha convertido en un reto. En 2010 el país ocupó el puesto 21 entre las naciones que más plástico vierten al mar, 254.770 toneladas. Por este motivo, en 2015 Senegal aprobó una ley para regular la utilización de plásticos de un solo uso. Sin embargo, esta ley nunca fue realmente aplicada.
Pequeños vendedores, tiendas de bocadillos, mercados y grandes cadenas de supermercados los siguen empleando. Como consecuencia, los plásticos de un solo uso han invadido el país en pocos años y han alterado los patrones de consumo sin que la población esté educada para gestionarlo ni el gobierno disponga de conocimientos o infraestructura para su recolección y tratamiento.
La gestión de residuos plásticos en Senegal
En ciudades como Saint Louis, apenas hay tres camiones de residuos para 250.000 personas. Papeleras, barrenderos municipales, personal subcontratado, contenedores y carros de tracción animal son los medios para recolectar toda la basura.
Además, la ciudad tampoco dispone de sistemas de selección y tratamiento de basuras. Todo termina mezclado en el vertedero de Gandon, a 15 kilómetros al sur de la ciudad.
Por si fuera poco, las navieras todavía continúan intentando introducir toneladas de residuos plásticos en Senegal ilegalmente procedentes de países desarrollados.
La ONG Greenpeace ha apuntado que, si bien la responsabilidad es compartida entre ciudadanos y gobiernos, son los Estados los que deben ejecutar políticas que protejan el medio ambiente.
Para cambiar la imagen de país contaminante, las autoridades retomaron la legislación y han comenzado a aplicarla. La iniciativa, entre otras cosas, se apoya principalmente en la implementación de multas.
No obstante, la falta de esfuerzos por parte de las autoridades para hacer cumplir la ley hace que no quede más remedio que fiar la problemática a la responsabilidad ciudadana.
Como resultado, el plástico continua poblando el suelo de Dakar, a menudo sirviendo de “alimento” de cabras y vacas, o flotando masivamente en el agua. En su mayoría se abandonan y se queman, lo que provoca una grave contaminación del suelo, el aire y el océano.
REVALUO, nuestro sistema de gestión de residuos que calienta, no quema, podría tratar todos estos plásticos, así como los neumáticos usados, y convertirlos en energía eléctrica y combustible fuel bunker. Ello contribuiría a crear una nueva industria que proporcionaría cientos de puestos de trabajo directos e indirectos, generando riqueza para la región y eliminando posibles riesgos sanitarios y medioambientales. Todo ello sin apenas emisiones contaminantes. Menos de 4g/h de CO2 por cada tonelada neta.